lunes, 3 de septiembre de 2007

LA NECESARIA SANCION MORAL EN LAS PROXIMAS ELECCIONES

Para cumplir debidamente sus más altos fines institucionales- la
convivencia pacífica, la libertad, el respeto por los derechos
individuales, el orden público, la seguridad,- un Estado necesita
contar con una adecuada estructura política y jurídica. En otras
palabras, precisa corporizar su autoridad a través de la plena
vigencia de lo que comúnmente llamamos el "ESTADO DE DERECHO".

Pero una sociedad requiere custodiar, además ciertos valores éticos
fundamentales, que complementan o refuerzan la razonabilidad de esa
mínima estructura político-institucional. Y para eso es indispensable,
en ciertos casos, que la propia comunidad asuma la responsabilidad de
dictar sanciones o condenas de carácter moral frente a ciertos actos
ostensibles de inconducta o de corrupción social.

Queda en pie la sanción moral que una sociedad puede y debe aplicar
en tales casos, pues la ciudadanía debe mantenerse alerta ante las
violaciones a las reglas de juego esenciales de la tradición
democrática y republicana.

La sociedad no debería dejar de formular, con el debido respeto y
sin alterar el orden público, su inequívoca condena moral ante actos
que desnaturalizan de manera evidente la esencia de nuestra
organización institucional.

La democracia no se construye sólo con formalidades electorales,
sino también con gestos sustanciales de transparencia republicana. La
sociedad debe crear sus propios anticuerpos y sus propias instancias
de condena o rechazo moral a esas actitudes públicas que asestan un
duro golpe al sistema democrático, republicano y, sobre todo, a la
dignidad del ciudadano como depositario último de la soberanía
popular.

El compromiso ciudadano en las próximas elecciones debería ser un
examen del comportamiento social, del ejercicio de derechos y deberes,
por los ciudadanos y por las autoridades, y para ello deberá
informarse de la probidad de los candidatos y de la dimensión ética de
las propuestas.

Es necesario y urgente que todos los argentinos, y especialmente los
cristianos, descubramos mejor nuestra vocación por el bien común, y
así nos
convirtamos de "habitantes en ciudadanos", co-responsables de la vida
social y política.

El bien común: es el bien de todos los hombres y de todo el hombre.
Debemos ponerlo por sobre los bienes particulares y sectoriales. Su
primacía sustenta y fortalece los tres poderes del Estado, cuya
autonomía, real y auténtica, se hace imprescindible para el ejercicio
de la democracia. Dicho bien común se afianza cuando la autoridad
sanciona leyes justas y vela por "su acatamiento". También el
ciudadano está obligado en conciencia a cumplirlas, salvo que se
opongan a la ley natural.

Toda gestión social, política y económica debe estar orientada al
logro de una mayor equidad, que permita a todos la participación en
los bienes espirituales, culturales y materiales.

"PORQUE QUEREMOS SER UNA NACION DEMOCRATICA, REPUBLICANA Y FEDERAL,
EJERZAMOS EL DERECHO A VOTAR Y HAGAMOSLO RESPONSABLEMENTE"

¡¡¡ PORQUE TU VOTO VALE !!!

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